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Aprender a escribir XXXI – Apuntes finales sobre los objetos

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Esta semana damos por terminadas las lecciones dedicadas a los objetos que se incluyen en una novela y, tal como hicimos en el caso de los escenarios, proponemos una última entrada con fragmentos de ejemplos extraídos de novelas que sirvan de repaso general a lo dicho hasta el momento.

Objetos como protagonistas

Comencemos con un punto esencial. Hay objetos que se convierten en protagonistas de la historia, ya sea como principales o secundarios, pero que en cualquier caso se sitúan en el foco de atención. Aún cuando son componentes sin vida, los objetos permiten expresar ideas y conceptos mediante su uso como elemento narrativo. Esto es algo que se lleva realizando desde la antigüedad, precisamente las grandes epopeyas y leyendas están plagadas de objetos con un papel destacado en los hechos. Y esto funciona siempre que se cumpla lo siguiente: que los personajes expresen algún tipo de inquietud o establezcan una relación con ellos.

Tómese de ejemplo esta breve historia adaptada del consejo prestado por el rey egipcio, Amasis, a su amigo, Polícrates de Samos:

“Amasis no dejaba de prestar atención a la enorme suerte de que gozaba Polícrates y cuando su buena suerte alcanzó aún proporciones mucho mayores envió a Samos una carta en los siguientes términos:

<Es grato enterarse de los triunfos de un buen amigo, pero la divinidad es envidiosa. Aún no he oído de nadie que, pese a triunfar en todo, a la postre no haya acabado desgraciadamente sus días. Préstame atención y, para contrarrestar tus triunfos, haz lo que sigue: piensa en algo que tengas en máxima estima y cuya pérdida te dolería sumamente en el alma, y cuando lo elijas, deshazte de ello de manera que nunca más pueda llegar a manos de otro hombre.>

Después de haber leído estas líneas, y encontrando acertado el consejo que le brindaba Amasis, Polícrates dio con la siguiente solución: tenía un sello engastado en oro que solía llevar puesto constantemente; se trataba de una esmeralda y era obra de Teodoro de Samos. Se embarcó en un navío y una vez en alta mar se quitó el sello y lo arrojó al agua, a la vista de todos, antes de regresar a puerto.
Pero resulta que cuatro días después, un pescador que había capturado un magnífico ejemplar, pensó que la pieza merecía constituir un presente para Polícrates. Lo entregó en palacio y cuando los sirvientes abrieron el pescado encontraron dentro el anillo de Polícrates. Entonces Polícrates pensó que lo sucedido era obra de la providencia y consignó a Amasis una carta contando lo sucedido. Amasis comprendió que Polícrates no iba a tener un final feliz, porque tenía tanta suerte en todos sus asuntos que hasta encontraba las cosas que quería perder.”
Historia, Libro III – Heródoto.

Objetos con nombre propio

Algunos objetos gozan de tal importancia y protagonismo que reciben la gracia de un nombre que los distinga de lo vulgar y lo corriente. Lo que tiene un nombre es único y especial por pura definición, del mismo modo que los seres humanos tienen un nombre y son únicos y especiales. A un objeto con nombre hasta se le pueden presuponer características propias de los seres vivos en un proceso de personificación:

“Thingol dijo:
–¡Beleg Cuthalion! […] En esta despedida, pide el don que quieras y no te lo negaré.
–Pido entonces una espada de valor –dijo Beleg– porque los orcos vienen en un caudal demasiado denso y apretado para que baste solo un arco, y la hoja que dispongo nada puede contra esas armaduras.
–Elige entre todas las que tengo –le dijo Thingol–, salvo sólo Arantúth, la mía.
Entonces Beleg eligió Anglachel; y era una espada de gran valor, y se le dio ese nombre porque fue forjada con hierro que cayó del cielo como una estrella ardiente; era capaz de penetrar el hielo excavado de la tierra. […] fue forjada de la misma vena por el mismo herrero; y ese herrero era Eöl, el Elfo Oscuro […].
Pero cuando Thingol tendió la empuñadura de Anglachel a Beleg, Melian, la esposa de Thingol, miró la hoja y dijo:
–Hay malicia en esta espada. El corazón oscuro del herrero todavía habita en ella. No amará la mano a la que sirva; ni tampoco estará contigo mucho tiempo.
–No obstante la esgrimiré mientras pueda –dijo Beleg.”
El Silmarillion – J. R. R. Tolkien.

Relaciones personaje-objeto

Un personaje es definido por el tipo de objetos sobre los que posee conocimiento y afiliación, así como el desarrollo de sus habilidades. En el siguiente ejemplo, la pasión de Nozdriov, personaje de “Almas muertas”, por los naipes, nos dice mucho sobre su naturaleza viciosa y disipada.

“Nozdriov no podía parar más de un día en su casa. Su sensible olfato percibía a una distancia de varias decenas de verstas dónde había feria, con toda clase de veladas y bailes. Allí se plantaba él en un abrir y cerrar de ojos, discutía y armaba jaleo en torno a la mesa verde, pues, como todos los de su pelaje, tenía su buena pasión por las cartas. Como hemos visto ya en el primer capítulo, no jugaba a las cartas muy limpiamente […], motivo por el cual el juego acababa con frecuencia con otro juego: o le bataneaban a puntapiés o le tiraban de sus hermosas y bien pobladas patillas.”
Almas muertas – Nikolai Gogol.

Pero Nozdriov no es solo un adepto de las cartas, sino del juego en general, revelándose así un rasgo más de este personaje tan particular en relación con el azar y la incertidumbre propios de los juegos: su comportamiento imprevisible y hasta inconsciente, más allá de convenciones sociales y del saber estar, lo cual causará problemas al protagonista del libro, Chichikov, que se percata de que en su camino por la consecución de almas muertas se ha dado de bruces con un personaje inesperado que lo supera en las artes del descaro y la poca vergüenza.

“–Escucha –dijo Nozdriov–, juguemos a las damas; si me ganas, todas las almas serán tuyas. Y tengo muchas que se han de borrar del registro […]; en las damas no hay lugar para la suerte ni la trampa, todo depende del arte; y he de advertirte que no sé jugar en absoluto, quizá no tengas inconveniente en darme alguna ventaja.”
Almas muertas – Nikolai Gogol.

Objetos como metáfora

Cada objeto o elemento puede ser utilizado para expresar un mensaje o un valor humano basados en la asociación de ideas y la metáfora. Muchas veces el significado depende de las circunstancias propias de la novela, de tal forma que lo que un objeto puede evocar en una historia no se cumple en otra completamente diferente, al no regir las mismas condiciones. Tal es el caso del ejemplo mencionado la semana pasada de “Dune”, donde el agua se alza como elemento principal absoluto en la vida sobre el planeta desértico Arrakis, inmiscuyéndose hasta en ritos y costumbres autóctonos:

“Frente a cada silla, a todo lo largo de la mesa, había una jarra llena de agua. Había bastante agua en aquella mesa, estimó el Duque, como para permitir a una familia pobre de Arrakeen vivir más de un año. 

Flanqueando la puerta había dos grandes cuencos de esmalte verde. Cada cuenco tenía al lado un perchero con toallas. La costumbre, le había explicado el ama de llaves, quería que cada invitado, al entrar, sumergiera ceremoniosamente sus manos en uno de los cuencos, derramando parte del agua por el suelo, se las secara luego en una de las toallas, y arrojara después ésta al cada vez mayor charco de agua del pavimento. Después de la comida, los mendigos reunidos fuera podían recoger el agua retorciendo las toallas.”
Dune – Frank Herbert.

Objetos clave para el argumento

Para terminar, hay que mencionar una función olvidada la semana pasada (y parcialmente relacionada con esta última de la metáfora). Consiste en colocar un objeto en el relato sin revelar su significado o utilidad en un primer momento. El objeto es, eso sí, resaltado para que el lector comprenda que es importante y que no debe perderlo de vista. Pero solo cuando la historia se desarrolla lo suficiente se obtiene la información que permite desentrañar qué papel real cumple el objeto dentro de la historia. Los dos usos más comunes son:

1) Muchas veces ese objeto es el que permite resolver el conflicto principal al final de la obra. Las distintas peripecias y eventos que han tenido lugar desde la primera página han permitido a los personajes comprender precisamente eso mismo. Ejemplo: el diario de Tom Riddle en “Harry Potter y la Cámara Secreta”.

2) En otras ocasiones el objeto esconde una metáfora de efecto retardado. Esto quiere decir que por sí mismo el objeto no expresa nada especial, pero los distintos acontecimientos de la novela terminan instaurando sobre él ese mensaje del que carecía previamente. Es decir, la metáfora se gesta a lo largo de la novela, paso a paso.

Así concluye todo lo relativo a los objetos de la historia, espero que la información aportada durante estas últimas tres entradas te haya sido de utilidad en algún aspecto y que practiques tus propias ideas en sttorybox.com.


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