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7 trucos para escribir cuentos infantiles

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Lejos de ser un público fácil o poco exigente, los niños son unos de los lectores más honestos que existen. Con ellos no suele haber margen de error, y cualquier rastro de lentitud o simpleza en la escritura puede acabar con nuestro libro en el olvido.

Saber complacer a los pequeños lectores es una tarea más complicada de lo que se cree, y nuestro material debe gozar de una sólida trama y personajes memorables. Pero para hacer algo más llevadero el proceso creativo, puedes hacer uso de los siguientes trucos.

Mantenlo corto y sencillo

Esta es una fórmula que no solo se aplica para cuentos infantiles, si no para todas las obras de literatura. No hace falta engordar el texto con material innecesario, escribe lo justo para que tu historia siga su marcha, pero sin divagar ni irte por las ramas.

En el caso de los niños, esta práctica debe ser mucho más explotada, ya que los más pequeños prefieren siempre la claridad, y seguramente no se pasarán mucho tiempo tratando de descifrar la trama antes de cambiar de libro. Si quieres tener a tu audiencia atrapada, recuerda siempre que menos es más.

Una forma de simplificar el texto es incluyendo diálogos directos siempre que sea posible, y limitando el uso de citas indirectas. Otro beneficio de esto es que tu historia será más cercana a los lectores.

Sé positivo

No podemos olvidar que al escribir para niños estamos dirigiéndonos a un público muy maleable, que absorbe hasta el más mínimo detalle de la historia. Es por esta razón que debemos tener mucha cautela en sentar las bases de la trama sobre un tono positivo. 

Mantener una escritura positiva no quiere decir que renunciaremos a conflictos importantes o que todo será maravilloso para nuestros protagonistas. Podemos (e incluso debemos) generarles dificultades y problemas, pero hay que esforzarse por narrarlos de una forma constructiva, ofreciendo soluciones o un aprendizaje siempre que sea posible.

Para ayudarnos en esto de ser positivos, podemos hacer uso del humor. El humor encanta a los pequeños lectores cuando se usa correctamente, y es una forma de suavizar los momentos delicados de la trama, además de añadirle mucho color a nuestro texto.

Define, primera o tercera

Un aspecto que definirá gran parte de tu historia es la persona narrativa, primera o tercera. Para aquellos que no saben, primera persona es ser el protagonista: “yo fui, yo hice”, etc. Tercera persona es observar todo desde fuera: “él fue, él hizo”. 

Al narrar en primera persona se obtiene el beneficio de crear intimidad con el lector, haciendo que se identifique de forma más rápida con el protagonista de la historia. La tercera persona, en cambio, permite ampliar el contenido de forma más hábil (se pueden incluir pensamientos de los personajes, ahondar en la mente de los mismos, etc.) y puede emplearse para públicos de todas las edades.

Además de definir la persona verbal, es recomendable limitarse a un solo punto de vista: contar la historia a través de los ojos de un protagonista, y no de varios. De esta manera la acción no se dispersa y los lectores mantienen el foco de su atención sobre un solo personaje.

Que hablen los protagonistas

Una forma muy sencilla de darle mayor dinamismo a tu texto es dejando que los protagonistas lleven la voz cantante. Esto quiere decir, que siempre que puedas hacer uso de los diálogos en detrimento de la narración, deberías optar por ello, especialmente cuando se trata de puntos clave en la historia.

No hay que pasar por alto que cuando un niño o adolescente lee un libro, no quiere que le den un sermón ni que le digan qué hacer… quiere descubrirlo él mismo. Así que nada mejor que dejar las lecciones morales en manos de los protagonistas, como un diálogo, y no una reflexión del narrador que seguramente el lector ignorará o le resultará desagradable.

Colorea tus personajes

Y ya que estamos dándole tanta responsabilidad a nuestros personajes principales, más nos vale hacerlos del total agrado de nuestro público objetivo. Para iniciar, debemos colocarles características que los distingan del resto y que los hagan más atractivos a ojos del lector, tanto a nivel físico como a nivel de personalidad. Estos detalles no solo mejorarán al personaje, sino que te permitirán escribir una historia más rica.

Un “atajo” que vale la pena mencionar es el de la edad. Construir personajes que se aproximen a la edad de tu target es una forma fácil de llegar al mismo, claro está, si sabes complementar el número de años con otros rasgos característicos propios de esa edad.

Limita a los “adultos”

Así como es preferible que las claves de la trama se presenten en forma de diálogo, también se recomienda darles cierta libertad a los personajes que sean de la edad de nuestros lectores. Esto significa que debemos limitar a los padres, maestros, policías, hermanos mayores, y demás figuras de autoridad en la trama. 

Claro está, muchas de estas figuras de autoridad cumplen un rol importante en la historia y no pueden eliminarse “porque sí”, pero cuanto más peso dejemos en manos de los pequeños, más cerca estaremos de haber creado una historia exitosa. En síntesis, en un cuento para niños, dejemos que sean los niños quienes lleven el hilo conductor.

No detengas la trama

Algo a tener constantemente en cuenta es lo volátil que puede ser la atención de los más pequeños, por lo que no podemos malgastar el tiempo que nos dediquen en adornar innecesariamente la idea principal. Lo recomendable es que cada párrafo, cada página y cada capítulo contribuyan aunque sea de forma mínima al desarrollo de la obra.

Lo que se busca con esta forma de proceder es que la historia no se detenga, que constantemente surjan en el texto conflictos, victorias, encuentros o revelaciones que mantengan a los lectores enganchados al relato, y los impulse a leer la línea siguiente.

 


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