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Lecturas para el verano XI – Calvin y Hobbes

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En el mundo de la historieta nos encontramos el formato de la tira cómica que sin duda es uno de los más populares, con una larga tradición a sus espaldas, erigiéndose durante décadas como la expresión del cómic con mayor difusión y aceptación entre el público general.

La solidez de las tiras cómicas reside en que aparecían en los periódicos y revistas de prensa, por lo que su contenido se ideaba para ser leído también por lectores más maduros. La función de la tira cómica era actuar como un oasis visual y conceptual en medio del laberinto de artículos y columnas llenas de sucesos habitualmente escabrosos que incluye cualquier periódico. La tira cómica establece un tiempo muerto para el lector, así que este elemento que resulta exótico dentro de un diario informativo se asentó con naturalidad gracias a su funcionalidad.

No obstante, el espacio que se les dedica es reducido. Para mantener su carácter singular dentro del periódico la mayoría de tiras solo disponen de un tercio o la mitad de una página, o en el mejor de los casos, de una página completa dominical. Así pues, una tira debe conseguir expresar un contenido narrativo satisfactorio en muy corta extensión.

“Calvin y Hobbes”, Bill Watterson

Mi tira cómica favorita de siempre es “Calvin y Hobbes” creada por Bill Watterson. Es simplemente maravillosa, una joya intelectual y artística que todo el mundo debería conocer. “Calvin y Hobbes” cuenta las vivencias de Calvin, un niño rebelde y travieso de seis años al que acompaña Hobbes, su mejor amigo, que no es otro que su tigre de peluche que “cobra vida” cada vez que él y Calvin se quedan a solas y nadie les ve, transformándose en un tigre antropomórfico con plena capacidad para hablar y razonar con su dueño.

Juntos, Calvin y Hobbes viven las experiencias propias de la etapa infantil pero adornadas de la imaginación desbordante del pequeño y de su característica costumbre de cuestionar el mundo de los adultos con una perspicacia y capacidad analítica adelantadas para su edad, rozando el debate filosófico. No en vano, los dos nombres de los personajes aluden al teólogo Juan Calvino y al filósofo Thomas Hobbes. Ser un niño y pretender responder determinadas cuestiones desafiando la autoridad paterna y moral, así como las convenciones sociales, le causará diversos problemas a Calvin. En esos momentos Hobbes siempre ejercerá como la voz de la conciencia y la razón con su típico tono sarcástico, al ser el único de los dos que prevé las consecuencias desastrosas de las decisiones que va a tomar Calvin.

Esta es una de las claves de “Calvin y Hobbes”, el análisis salpicado de humor e ironía de elementos adultos a través de los ojos de un niño excesivamente curioso e insolente y de su acompañante tan fiel como imparcial.

La ironía de la vida adulta desde los ojos de un niño

En “Calvin y Hobbes” lo cotidiano da lugar a lo extraordinario. Así una guerra de globos de agua en la que Calvin cuenta con muchísima más munición que Hobbes, sirve para discutir sobre la carrera armamentística que desarrollan las superpotencias del mundo real. Hobbes pondrá fin a la discusión haciendo un uso más sabio de su inferior arsenal, arrojando su único globo de agua sobre un Calvin que apenas puede moverse al estar agobiado por el peso de su tan intimidatorio como poco práctico armamento.

Los muñecos de nieve son un clásico durante los inviernos para Calvin. El arte de la escultura le ofrece un modo de expresarse perfecto, siendo costumbre suya crear muñecos mutilados, deformes, terroríficos o directamente escenificando la práctica de diversas torturas entre ellos.

Las comidas en la mesa familiar sirven para discutir con sus padres sobre autoridad, ética, el poder de los medios de comunicación, los gobiernos y el futuro de la humanidad. En estos momentos de reunión con otras personas, Hobbes aparece como el inanimado tigre de peluche que es (o finge ser). Los abnegados padres de Calvin se ven sobrepasados por la lógica tremenda y extremista de su hijo y por las gamberradas que prepara en cada oportunidad que se le presenta.

Pero las historias de Calvin no se desarrollan solamente en el mundo real. El ingenio de este pequeño sinvergüenza no tiene parangón, y algunas de sus aventuras tienen lugar directamente en otros mundos que solo son posibles en su imaginación. A menudo Calvin se transforma en alguno de sus alter egos, como el capitán Spiff, un aventurero espacial que viaja entre planetas combatiendo criaturas alienígenas que en realidad son sus padres o la profesora del colegio; o Estupendoman, un superhéroe cuyo superpoder es fastidiar a su canguro y a sus padres con suma facilidad.

Es habitual que Calvin se meta en el papel de un portentoso T-Rex que arrasa el colegio y la ciudad. También asume la forma de algún ingenio tecnológico lleno de poder con el que sembrar el caos en la civilización. Incluso existe una tira (una de mis favoritas) en la que Calvin se convierte en dios, y como él mismo anuncia, no será un dios del amor y la misericordia, sino un dios vengativo. Genial.

No siempre vemos a Calvin filosofeando y discutiendo con Hobbes, sus padres o su vecina, la pequeña Susie. Muchas veces simplemente somos testigos de cómo se divierte ideando una de sus travesuras o algún juego con Hobbes con reglas extremas y extravagantes, como sus descensos suicidas en trineo o carro.

En otras ocasiones, Calvin recurre a cajas de cartón que para él tienen la capacidad de hacerle viajar en el tiempo y el espacio. Junto a Hobbes se embarcará en los periplos más estrafalarios a través de dimensiones y rupturas espacio temporales.

“Calvin y Hobbes” es una de las tiras cómicas más reconocidas y aclamadas de la segunda mitad del siglo XX, aunque puede que para el lector profano sea totalmente desconocida. Esto se debe a que el autor, Bill Watterson, siempre se ha opuesto a que exista merchandising y productos relacionados con su trabajo más allá de las propias tiras en sí, perjudicando la promoción de su propia obra. Sin embargo, esto no ha impedido que “Calvin y Hobbes” sea una obra reconocida mundialmente. Pueden encontrarse con facilidad varios volúmenes recopilatorios con todas las tiras de las aventuras de Calvin y su tigre de peluche Hobbes, con el que siempre nos queda la duda de si cobra vida realmente más allá de la volátil imaginación de su dueño.

(Fuente de la imagen de portada)


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